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POMPEYO.

los tenía sitiados, acudieron con ruegos á Pompeyo, l'amándole á la isla, por ser parte del espacio de mar sobre que mandaba, como que caia de todos modos dentro de él.

Admitió Pompeyo el llamamiento, y escribió á Metelo probibiéndole continuar la guerra. Escribió asimismo á 'las ciudades para que no obedeciesen á Metelo, y envió de general á Lucio Octavio, uno de los caudillos que servian á sus órdenes, el cual, entrando á unirse con los sitiados dentro de los muros y peleando con ellos, no solo odioso y molesto, sino hasta ridiculo hacía á Pompeyo, que por envidia y emulacion con Metelo prestaba su nombre á gentes implas y sin religion, é interponia en favor de ellas su autoridad como un preservativo. Pues ni Aquiles se portó como hombre, sino como un mozuelo alolondrado y arrebatado del deseo de la gloria, cuando por señas previno á los demas, y los prohibió tiraran á Héctor, Porque no le robara otro la gloria De herirlo, y él viniera á ser segundo.

Y aun Pompeyo lo hizo peor; porque se esforzó á conservar á los enemigos de la república, por privar del trianfo á un general que llevaba toleradas muchas fatigas y trabajos. Mas no se acobardó Metelo, sino que venciendo á los piratas, tomó de ellos justa venganza; y á Octavio lo despachó, despues de haberle reprendido y afeado su hecho en el campamento.

Llegada á Roma la noticia de que terminada la guerra de los piratas, para reposar de ella Pompeyo recorria las ciudades, escribe Manilio, tribuno de la plebe, un proyecto de ley, para que encargándose Pompeyo del territorio y tropas sobre que mandaba Lúculo, y añadiéndosele la Bitínia, que obtenia Glabrion, hiciese la guerra á Mitridates y Tigranes, conservando además las fuerzas navales y el mando marítimo, como lo habia tenido desde el principio;