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Plutarco.—Las vidas paralelas.

que la envidia contra Mario la atribuia á Síla, tácitamente ofendia sobre manera el ánimo de aquél, porque el mismo Sila, vanaglorioso por carácter, y que entonces por la primera vez, saliendo de la oscuridad y siendo tenido en algo, empezaba á tomar el gusto á los honores, llegó á tal punto de ambicion, que hizo grabar esta hazaña en un anillo, del que uso ya siempre en adelante. En él estaba Boco retratado en actitud de entregar y Sila en la de recibir á Yugurta.

Habia esto incomodado á Mario; pero no teniendo todavía á Sila por hombre que pudiera ser envidiado, siguió valiéndose de él en sus mandos militares: en el consulado segundo para Legado, y en el tercero para Tribuno, y por su medio, hizo cosas de gran importancia; porque siendo legado, dió muerte á Copilo, general de los Tectosagos; y de tribuno, persuadió á la grande y poderosa nacion de los Marsos que se hiciese amiga y aliada de los Romanos. Percibiendo ya entonces que Mario le miraba mal y no fácilmente le daba ocasiones de acreditarse, sino que más bien se oponia á sus aumentos, se arrimó al colega de Mario, Catulo, hombre recto, pero de poca disposicion para las cosas de la guerra; bajo el cual, encargado de los más graves y arduos negocios, adelantó á un tiempo en poder y en opinion:

pues la mayor parte de las cosas en la guerra tenida contra los bárbaros en los Alpes se hacian por su medio; y habiendo faltado los víveres, encargado de la provision, proporcionó tal abundancia, que estando sobrados los soldados de Catulo, tuvieron para dar álos de Mario; lo que dicen fué causa para que éste se indispusiera cruelmente contra él:

y una enemistad que nació de tan pequeña ocasion y tan débiles principios subió despues por los grados de la sangre civil y de insufribles convulsiones hasta la tiranía y el trastorno de toda la república, haciendo ver con cuánta sabiduría y conocimiento de los negocios políticos amonestaba el poeta Eurípides que se huyera de la ambicion como