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SILA.

del genio más maléfico y perjudicial para los que de él se dejan dominar.

Entendiendo ya entonces Sila que la gloria de sus hazañas militares podia servirle para entrar en las ocupaciones civiles, pasó desde el ejército á hacer obsequios y rendimientos al pueblo, y presentándose á pedir la pretura, fué desatendido, de lo que atribuye la causa á la muchedumbre: porque dice que aprobando ésta su amistad con Boco, de la que tenía noticia, y creyendo que si en lugar de pretor se le hacia edil, daria magnificos juegos y combales de fleras africanas, nombró otros pretores, precisándole á servir el cargo de edil. Mas por sus mismos hechos se convence á Sila de que huye de reconocer la verdadera causa de su repulsa; pues que al año inmediato alcanzó ya la pretura, ora adulando al pueblo, y ora ganándole con dinero.

Por eso, como sirviendo la pretura dijese á César con enfado que usaria contra él de su propia autoridad: muy bien haces, le repuso éste, en llamarla tuya propia, pues que la tienes por haberla comprado.» Despues de la pretura fué enviado á la Capadocia, segun las órdenes públicas, para restituir á Ariobarzanes; mas el verdadero objeto era contener á Mi tridates, nimiamente inquieto, y que iba recobrando una autoridad y un poder en nada inferior al que tenía. No llevó consigo muchas fuerzas; pero auxiliándole los aliados de la mejor voluntad, con dar muerte á muchos de los de Capadocia y á mayor número de los de Armenia, que hacian causa con éstos, lanzó del trono á Gordio, y dió á reconocer por rey á Ariobarzanes. Mientras se detenia orillas del Eufrates, fué á hablarle Orobazo el Parto, embajador del rey Arsaces, sin que ántes hubiera habido comunicacion en tre las dos naciones; y esto mismo se cuenta por uno de los mayores favores de la fortuna de Sila, haber sido el primero de los Romanos á quien se presentaron los Partos en demanda de amistad y alianza; y áun se dice que habiendo hecho poner tres sillas curules, una para Ariobarzanes.