Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo III (1879).pdf/425

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
427
POMPEYO.

tercer triunfo, pero él, habiendo conseguido el primero de Africa, el segundo de la Europa, y este torcero del Asia, parecia en cierta manera que en sus tres triunfos habia abarcado toda la tierra.

Segun los que están empeñados en compararle continuamente y para todo con Alejandro, no llegaba entonces su edad á treinta y cuatro años; pero en realidad rayaba en los cuarenta; ¡y ojalá hubiera terminado allí su vida miéntras tuvo la fortuna de Alejandro! porque desde este punto en adelante el tiempo, si le ofreció alguna dicha, fué muy sujeta a la envidia, y las desgracias fueron intolerables; porque babiendo adquirido por los más honestos y convenientes medios el gran influjo de que gozaba en la república, con usar mal de él en favor de otros, cuanta autoridad conciliaba á éstos, otro tanto perdia de su gloria; y con semejante condescendencia, sin advertirlo, quitaba á su propio poder toda la fuerza y eficacia; y así como las partes y puntos más defendidos de una ciudad, luego que ban recibido á los enemigos comunican á éstos su fortaleza, de la misma manera, exaltado en la república César por la autoridad de Pompeyo, con aquello mismo que le sirvió contra los demas, derribó y acabó con éste; lo que sucedió de esta manera. Ya cuando Lúculo llegó del Asia tan mal tratado como se ha dicho de Pompeyo, el Senado le hizo la mejor acogida; y despues de la vuelta de éste procuró mover y despertar su ambicion, para que otra vez tomara parte en el gobierno. Hallábase ya Lúculo en cierta indiferencia para todo, y muy trbio para volver á los negocios, habiéndose entregado á los placeres y á las distracciones propias de los hombres ricos: mas, sin embargo, al punto se animó contra Pompeyo, y tomando sus cosas muy á pechos, en primer lugar alcanzó la confirmacion de las providencias que éste le habia revocado, y en el Senado tenía mucho más favor que él con el auxilio de Caton. Desquiciado, pues, y excluido por aquella parte Pompeyo, se