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Plutarco.—Las vidas paralelas.

otra para Orobazo y la tercera para sí, dió audiencia sentado en medio de ambos; con cuya ocasion el rey de los Partos dió despuos muerte á Orobazo; yde los Romanos unos aplaudieron á Sila por haber usado de magnificencia y aparato con los bárbaros, y otros le notaron de engreido y vanaglorioso. Dícese asimismo que uno de Calcis, que fué de la comitiva de Orobazo, habiendo reparado en el semblante de Sila, y estado atento á los movimientos de su ánimo y de su cuerpo, examinando por las reglas que él tenía cuál debia ser su indole y carácter, habia exclamado que necesariamente aquel hombre debia de ser muy grande; y aun se maravillaba cómo podia aguantar el no ser ya el primero de todos. A su vuelta intentó contra él Censorino causa de soborno, por haber recibido de un reino amigo y aliado mucho más de lo que la ley permitia; pero aquél no se presentó al juicio, sino que dejó desierta la acusacion.

Su indisposicion con Mario tomó nuevas fuerzas de la ocasion quo dio para ello Boco con haberse propuesto hacer un obsequio al pueblo romano, y juntamente manifestar su gratitud á Sila; pues con este objeto consagró en el Capitolio ciertas imágenes con diferentes trofeos, y entre ellas un Yugurta de oro en actitud de ser entregado por él á Sila. Irritóse con esto sobremanera Mario, y concibió el designio de acabar con la ofrenda; de parte de Sila babia muchos dispuestos á oponérsele, y fallaba muy poco para que la ciudad entera ardiese, cuando por entonces la guerra social, que mucho tiempo ántes humeaba, vino á levantar llama, y contuvo la sedicion. En esta guerra larga, sumamente vária, y que trajo á los Romanos muchos males y gravísimos peligros, Mario, no habiendo podido ejecutar ningun hecho señalado, dió una clara prueba de que la virtud guerrera pide robustez y fuerzas corporales; cuando Sila, ejecutando muchos hechos insignes y dignos de memoria, se acreditó de gran general entre los propios, de más grande todavía entre los aliados, y de muy