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Plutarco.—Las vidas paralelas.

chos de sus soldados para aumentar los votos; y que inmediatamente que fuesen elegidos, harian entre sí mismos el repartimiento de las provincias y mando de los ejércitos; y á César le confirmarian en las provincias que tenía por otros cinco años. Como este convenio se hubiese divulgado, los principales ciudadanos lo llevaron á mal; y Marcelino les preguntó á los dos en junta pública si pedirían el consulado. Y clamando muchos porque constestasen, el primero que respondió fué Pompeyo, diciendo que quizá lo pediria, y quizá no lo pediria; pero Craso con mayor política dijo que haria lo que creyese ser de mayor utilidad pública. Estrechaba Marcelino á Pompeyo; y como fuese mucho lo que gritaba, le salió éste al encuentro diciéndole que era el más injusto de los hombres en no mostrársele agradecido; pues que por él de taciturno se habia hecho hablador, y de pobre habia venido á estado de vomitar de harto.

Desistieron los demas de aspirar al consulado; pero Caton, no obstante, persuadió y alentó á Lucio Domicio para que no desmayara: «porque la contienda, decía, no es por la magistratura, sino por la libertad contra los tiranos.» Pompeyo y su partido temieron el teson de Caton, no fuera que teniendo por suyo á todo el Senado atrajera y mudara la parte sana del pueblo; por lo cual no permitieron que Domicio bajase á la plaza, sino que habiendo apostado hombres armados dieron muerte al esclavo que iba delante con luz, y ahuyentaron á los demas; habiendo sido Caton el último que se retiró, berido en el codo derecho por haberse puesto á defender á Domicio. Habiendo llegado al consulado por tan mal camino, no se portaron en lo demas con mayor decencia; sino que manifestándose dispuesto el pueblo á elegir por pretor á Caton, en el acto de votar disolvió Pompeyo la asamblea bajo el pretexto de agueros; y despues aparecieron nombrados Ancias y Vatinio, sobornadas con dinero las tribus. Despues propusieron leyes por