Pompeyo habia dicho de sí en cierta ocasion arengando al pueblo, que había obtenido todas las magistraturas mucho antes de lo que habia esperado, y se habia desposeido de ellas mucho ántes de lo que se esperaba; y en verdad que deponen en su favor las disoluciones de los ejércitos. Recelaba entonces que César no depusiese al tiempo debido su autoridad, y buscaba cómo ponerse en seguro respecto de él con magistraturas políticas, sin hacer otra innovacion alguna, ni dar á entender que desconflaba, sino que más bien no hacia cuenta y lo miraba con desden. Mas cuando vió que las magistraturas no 30 distribuian como parecia conveniente, por haber sido soborna—dos los ciudadanos, hizo porque la república cayera en la anarquía: con lo que al punto corrió la voz de la necesidad de un Dictador, de la cual el primero que se atrevió á hablar en público fué Lucilio, tribuno de la plebe, excitando al pueblo á que nombrase á Pompeyo. Opúsosele Calon, y estuvo en poco el que aquél no perdiese el tribunado; mas en cuanto á Pompeyo muchos de sus amigos se presentaron á defenderle de que ni solicitaba ni siquiera apetecia aquella dignidad. Púsose en esto Caton á hacer su elogio, y á exhortarle á que tomara parte en el restablecimiento del órden; y avergonzado entonces se dedicó á este objeto, quedando elegidos cónsules Domício y Mesala.
Volvióse á caer otra vez en la anarquía; y como tomase mayor incremento la idea de nombrar Dictador, siendo muchos los que la proponian, temiendo Caton y los suyos no lo arrancaran por fuerza, resolvieron, concediendo á Pompeyo una magistratura legitima, apartarle de aquella ilimitada y tiráníca; y Bibulo, enemigo declarado de Pompeyo, fué el primero que abrió dictámen en el Senado para que éste fuera nombrado cónsul único: porque ó la república saldria del presente desórden, ó serviria al ciudadano más ilustre. Fué oida con sorpresa la proposicion, á causa del que la hacía; y levántandose Caton, segun se esperaba, para