que Pompeyo no habia mirado por el bien de la república, que agobiada de males le habia elegido como médico, entregándose toda en sus manos; y él en tanto se coronaba y andaba en sacrificios de boda, cuando debia reputar á calamidad aquel consulado, que no se le habría concedido tan fuera del órden legítimo si la patria se hallara en estado de prosperidad. Presidia á los juicios sobre cohechos y sobornos, y at proponer los decretos contra los comprendidos en las causas, en todo lo demas se condujo con gravedad y entereza, dando á los tribunales, en los que tenía puesta guardia, seguridad, decoro y órden; pero habiendo de ser juzgado su suegro Escipion, llamó a su casa á los trescientos y selenta jueces, y les rogó estuvieran en su favor; y el acusador se aparló de la causa por haber visto á Escipion ir acompañado desde la plaza por los mismos jueces. Empezóse por tanto á murmurar otra vez de él; y más que habiendo prohibido por ley las alabanzas de los que sufrian un juicio, él mismo se presentó á hacer el elogio de Planco; y Caton, que casualmente era uno de los jueces, tapándose con las manos los oídos, dijo que no era razon escuchar unas alabanzas contra ley; por lo cual se recusó á Calon ántes de dar su volo; pero Planco fué sin embargo condenado por todos los demas con vergüenza de Pompeyo. De allí á pocos dias Hipseo, varon consular, contra quien se seguia una causa, se puso á esperar á Pompeyo cuando del baño pasaba á la cena, é imploró su favor echándose á sus piés; pero él pasó sin hacer caso, diciendo que ninguna otra cosa adelantaria sino que se le echara á perder la cena, con lo que se atrajo la nota de no guardar igualdad. Todas las demas cosas las puso perfec tamente en órden, y eligió por colega á su suegro para los cinco meses que restaban. Decretúse en su obsequio que conservaria las provincias por otro cuadrienio, y percibiria cada año mil talentos para el vestuario y manutencion de las tropas.