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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Tomando de aquí ocasion los amigos de César, solicitaban que tambien éste sacara algun partido despues de tan continuados combates por el acrecentamiento de la república. Porque ó bien era acreedor al segundo consulado, ó bien á que se le prorogase el tiempo del mando, para que no fuera otro y le arrebatara la gloria de sus afanes, sino que la autoridad y el honor fuesen de quien los habia merecido con sus sudores. Habiéndose reunido á tratar de este asunto, Pompeyo, como para desvanecer por afecto la envidia que podria suscitarse contra César, dijo haber recibido cartas de éste, en las que mostraba desear que se le diese sucesor, y se le relevase del mando; pero que no habria inconveniente en que se le admitiese á pedir en ausencia el consulado. Opúsose á esto Caton, diciendo que despues de reducido César á la clase de particular, y de haber depuesto las armas, verian los ciudadanos qué era lo que correspondia; y como Pompeyo en lugar de insistir se hubiese dado por vencido, fué mayor la sospecha que hizo concebir á muchos de sus disposiciones respecto á César. Reclamó además de éste las tropas que le habia alargado, bajo pretexto de la guerra Pártica; y él, no obstante saber la mira con que se pedían aquellos soldados, se los envió, despues de haberlos regalado con largueza.

Por este tiempo, como Pompeyo hubiese enfermado de cuidado en Nápoles, y recobrado la salud, los napolitanos, á excepcion de Praxágoras, hicieron sacrificios públicos por su restablecimiento, é imitando este ejemplo los de los pueblos vecinos, fué de unos en otros corriendo toda Italia, y no hubo ciudad grande ni pequeña que no hiciese fiestas por muchos dias. Fuera de esto, no había lugar que bastase para los que le salian al encuentro por todas partes, sino que los caminos, las aldeas y los puertos estaban llenos de gentes que hacian sacrificios y banqueles. Muchos le salian á recibir con coronas y antorchas, y le acompañaban derramando sobre él flores; de manera que