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Plutarco.—Las vidas paralelas.

de su empresa. Despues, como los que de un precipicio se arrojan á una gran profundidad, cerró la puerta á todo discurso, y apartó los ojos del peligro; y sin articular más palabras que esta expresion en lengua griega: tirado está el dado, hizo que las tropas pasaran el rio. Apénas se divulgó la noticia, la turbacion, el miedo y el asombro se apoderaron de Roma como nunca antes; e) Senado partió corriendo en busca de Pompeyo, y tambien acudieron las autoridades. Preguntó Tulo acerca del ejército y tropas; respondiéndole Pompeyo con inquietud, y como quien no está muy seguro, que tenía prontos los soldados que habian venido del ejército de César, y pensaba reunir en breve los que ya estaban alistados, que serian unos treinta mil, exclamó Tulo: «Nos engañaste, oh Pompeyo: y fué de dictámen que se enviara á César una embajada. Un tal Fabonio, hombre por otra parte de bondad, pero que con ser arrojado é insolente le parecia que imitaba la libertad y entereza de Caton, dijo entonces á Pompeyo: «Esta es la hora de que des aquel puntapié en el suelo, haciendo brotar las tropas que prometiste; y tuvo que aguantar con mansedumbre esta impertinencia. Mas recordándole Caton lo que en un principio habia predicho acerca de César, le contestó que si bien Caton habia profetizado mejor, él habia procedido con mayor candor y amistad.

Aconsejaba Caton que se nombrara á Pompeyo generalisimo con la más plena autoridad: añadiendo que el que habia causado grandes males solia ser el más propio para remediarlos; y al punto partió para Sicilia, que era la provincia que le habia tocado, marchando tambien los demas á las que les habian cabido en suerte. Como se hubiese sublevado toda la Italia, era grande la perplejidad acerca de lo que debía hacerse, porque los que andaban fugitivos por diferentes partes se vinieron á Roma; y los habitantes de ésta la abandonaron, á causa de que en semejante tormenta y turbacion lo que podia ser útil carecia de fuerza, y sólo