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Plutarco.—Las vidas paralelas.

la Galia, no siendo, por otra parte, razon desatender el que debia ser objeto principal de Pompeyo; á saber, la patria, que le tendía las manos por verse escarnecida, y en la servidumbre de los esclavos y aduladores de los tiranos. Mas Pompeyo creia que ni para su gloria conducia el buir segunda vez de César y ser perseguido pudiendo perseguir, ni era justo abandonar á Escipion ni á los demas consulares esparcidos por la Grecia y la Tesalia, que al punto habian de venir á poder de César con grandes caudales y muchas tropas; y que el mejor modo de cuidar de Roma era el que la guerra se hiciese léjos de allí, para que libre y exenta de males esperara al vencedor.

Tomada esta resolucion, marchó en seguimiento de César, con ánimo de rehusar batalla, contentándose con cercarle y quebrantarle por medio de la falta de víveres, yéndole siempre al alcance, to que juzgaha tambien conveniente por otro respeto; pues hahia llegado á sus oidos la especie difundida entre la caballeria, de que serín del caso, despues de deshecho César, acabar tambien con el mismo; y áun algunos dicen que por esta razon no se valió Pompeyo de Caton para ninguna cosa de importancia, sino que al partir contra César lo dejó en la costa del mar encargado det bagaje, no fuera que quitado César de en medio, quisiera al punto obligarle á que depusiera el mando. Vien dole andar de este modo en pos de los enemigos, se le culpaha públicamente de que no era á César á quien hacía la guerra, sino á la patria y al Senado, para mandar siempre, y no dejar de tener por sus criados y satélites á los que eran dignos de dominar toda la tierra; y Domicio Enobarbo con llamarle siempre Agamenon y Rey de reyes, concitaba más la envidia contra él. Erate no ménos moiesto que cuantos usaban de indiscretas é importunas libertades aquel Fabonio, con sus pesadas burlas, diciendo:

«Camaradas, en todo este año no probareis los higos de Tusculano.» Lucio Afranio, el que perdió las tropas de Esi