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POMPEYO.

envolver á César y destrozar la legion décima que tenía la fama de ser la más valiente, y en la que acostumbraba á colocarse César en las batallas. Cuando éste vió sostenida por tanta caballería la izquierda de los enemigos, temió la fortaleza de su armadura, y sacó de su retaguardia seis cohortes, colocándolas á espaldas de la legion décima, con órden de que no se movieran, y procuraran ocultarse á los enemigos; mas cuando acometiese la caballería salieran con precipitacion por entre la primera línea, y no tiraran las lanzas, como suelen hacerlo los más esforzados para venir cuanto antes á las espadas, sino que dirigieran los golpes hácia arriba, para herir en la cara y en los ojos á los enemigos: porque aquellos lindos y graciosos bailarines no sólo no aguardarian, sino que ni áun sufririan por causa de su belleza ver el hierro delante de los ojos. Estas eran las disposiciones que daba César.

Pompeyo, descubriendo desde su caballo el orden y formacion de los enemigos, cuando vió que éstos esperaban tranquilos el momento y oportunidad sin moverse de sus —filas, siendo así que su ejército no se mantenia con la misma quietud, sino que lleno de ardor empezaba por su impericia á desordenarse, temiendo que enteramente se le desbandase en el principio de la batalla, dió órden á los de primera línea, de que permaneciendo firmes é inmoblesrecibieran en aquella manera á los enemigos. César reprende esta órden y esta operacion militar: porque con ella se debilita la fuerza que adquieren los golpes en la carrera, y aquel encuentro de los enemigos unos con otros, que es el que da impulso y entusiasmo, y aumenta la cólera con la gritería y el mayor Impetu; quitado lo cual los hombres pierden el ardor y se enfrian. Las fuerzas de César consistian en unos veintidos mil hombres, y las de Pompeyo eran poco más del doble de este número.

Dada la señal de una y otra parte, cuando las trompetas comenzaron á excitar al encuentro, de los de la muche-