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Plutarco.—Las vidas paralelas.

ranzas, por no hacerse molesto é impertinente si entonces le contradecia. Porque se hubiera seguido preguntarle Pompeyo sobre la Providencia, y tener él que contestarle que las cosas habian llegado á punto de ser absolutamente necesario que uno solo mandase en el Estado á causa del mal gobierno, repreguntándole luego: ¿cómo ó con qué pruebas se nos haria ver que tú, ob Pompeyo, usarias me jor de la fortuna si bubieras sido el vencedor? Pero conviene dar de mano á estas cosas, y á todo lo que toca á los Dioses.

Tomando, pues, consigo la mujer y los amigos, seguia su viaje, arribando á los puntos que era necesario para proveerse de aguada y víveres, siendo Atalia de la Panfilia la primera ciudad en que entró. Llegáronle allí algunas galeras de la Cilicia, y empezó á levantar tropas, teniendo ya cerca de si otra vez unos sesenta del órden senatorio. Habiéndose anunciado que la escuadra se mantenia, y que Caton, habiendo reunido muchos de los soldados, pasaba al Africa, empezó á lamentarse con sus amigos, reprez diéndose de haberse dejado violentar para combatir con las tropas de tierra, no empleando para nada el recurso mayor que sin disputa tenía, y de no haberse aproximado á la armada, para tener prontas, si por tierra sufria algun descalabro, unas fuerzas navales de tanta consideracion:

pues ni Pompeyo pudo cometer mayor yerro, ni César valerse de medio más acertado que el de haber trabado la batalla á tanta distancia de los socorros marítimos. Mas, en fin, precisado á dar pasos y sacar algun partido del estado presente, á unas ciudades envió embajadores, y pasando él mismo á otras recogia fondos y tripulaba las naves; pero temiendo la celeridad y presteza del enemigo no fuera que le sobrecogiese antes de allegar los preparativos, andaba examinando dónde podria hallar por lo pronto asilo y refugio. Puestos á deliberar, no veian provincia que les ofreciese seguridad; y por lo que hace á roinos, el