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Plutarco.—Las vidas paralelas.

fiere que se abrió una gran sima cerca de Laverna, de la cual salió mucho fuego y una llama muy resplandeciente que subió hácia el cielo, y que acerca de ello habian dicho , los agoreros que un insigne varon, de bella y excelente figura, haria cesar aquellas grandes agilaciones, y éste da por supuesto no ser otro que él: pues en cuanto á figura, la suya tenía por peculiar el tener el cabello de color de oro; y en cuanto á virtud, no se avergonzaba de atribuirsela, despues de haber ejecutado tantas y tan ilustres hazañas. Esto en punto á su felicidad tenida por divina: en sus costumbres por lo demas podia ser reputado por inconsecuente y como diverso de sí mismo: arrebataba muchas cosas, y regalaba muchas más; honraba con exceso, deshonraba y afrentaba de la misma manera: agasajaba á los que habia menester, y dejábase obsequiar de los que le pedian; de manera que podia quedar en duda qué era lo que por naturaleza sobresalia en él, si la soberbia ó la bajeza. De su inconsecuencia en los castigos, alborolando el mundo por cualquiera leve motivo, y pasando blandamente por las mayores maldades; aplacándose benignamente en cosas que parecian insufribles, y por faltas pequeñas y despreciables propasándose á muertes y publicaciones de bienes, la razon que puede darse es que siendo por índole iracundo y pronto á castigar, sabia ceder de aquella dureza cuando contemplaba que le convenia. En esta misma guerra social, habiendo hecho sus soldados perecer á palos y á pedradas á un oficial general que servia de legadollamado Albino, dejó pasar sin castigo tan atroz delito; y áun en tono de quien aprueba les dijo que con eso se portarian más denodadamente en la guerra para desvanecer aquella falta con su valor. Si de esto se le reprendia, no se le daba nada; y ántes cuando ya habia concebido la idea de acabar con Mario, y cuando se veia que la guerra social iba prontamente á terminarse, para ser nombrado general contra Mitridates aduló y lisonjeó al ejército que