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SILA.

sobre su cabeza, cuanto no tocar á ella, se rompió, y la corona, cayendo sobre el pavimento del teatro, habia corrido por el suelo hecha pedazos; lo que habia causado terror en el pueblo y gran desaliento en Mitridates, sin embargo de que sus negocios progresaban y prosperaban en aquella sazon áun más allá de sus esperanzas. Porque él mismo, habiendo tomado el Asia de los Romanos, y de los reyes la Bitinia y la Capadocia, se habia establecido en Pérgamo, repartiendo hacienda, provincias y reinos á sus amigos; y de sus hijos, el uno conservaba su antigua dominacion en el Ponto y el Bósforo hasta las tierras no habitadas de la laguna Meotis sin ninguna contradiccion; y Ariarates discurria con numeroso ejército por la Tracia y la Macedonia. Sus generales ocupaban otros diferentes punLos con tropas que mandaban; y Arquelao, el principal de ellos, hecho dueño con sus naves de todo el mar, babia sojuzgado las Cicladas y todas las demas islas que dentro de Malea están situadas, ocupando tambien la Eubea, y marchando desde Atenas habia sublevado los pueblos de la Grecia hasta la Tesalia, tocando un poco en Queronea, porque allí le salió al encuentro el legado de Sencio, general de la Macedonia, Brucio Surra, varon eminente en valor y en prudencia. Haciendo, pues, éste frente por la Beocia á Arquelao, que lo corria todo á manera de torrente, y dándole tres batallas, lo arrojó de Queronea y lo retiró otra vez hasta el mar. Mas previniéndole Lucio Lúculo que diera lugar á Sila que se acercaba, y le dejara la guerra que se le habia decretado, abandonando al punto la Beocia fué á unirse con Sencio, sin embargo de que todo le salia más felizmente de lo que podia esperar, y de que la Grecia por sus excelentes prendas estaba muy bien dispuesta á una mudanza; y estos fueron los hechos más brillantes y sobresalientes de Brucio.

Sila recobró muy pronto las demas ciudades, enviando á ellas heraldos y atrayéndolas; pero á Atenas, obligada á es-