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SILA.

propósito para la caballería, había bajado á los valles y á las dilatadas llanuras de la Beocia, no obstante ver que la fuerza principal de los bárbaros consistia en los carros y en la caballería; pero por huir, como hemos dicho, del hambre y la carestía, se vió precisado á preferir el peligro de una batalla. Dábale además cuidado Hortensio, buen caudillo y animoso guerrero, que trayendo de la Tesalia refuerzos al mismo Sila, era espiado y aguardado de los bárbaros en los desfiladeros. Estos fueron los motivos que tuvo Sila para marchar á la Beocia; y en cuanto á Hortensio, Cafis, que seguia nuestra causa, le condujo, engañando á los bárbaros, por caminos excusados á aquella misma Titorea, que no era entonces una ciudad grande como to es hoy, sino sólo un castillo clavado en una roca tajada, á la que ya en otro tiempo se acogieron y en la que se salvaron aquellos Focenses que buyeron de Jerges en su venida. Allí se acampó Hortensio, y por el dia se ocultó á los enemigos; mas á la noche bajó por los terrenos más fragosos á Patronide, donde con su tropa se unió á Sila, que le salió al encuentro.

Luego que estuvieron reunidos, tomaron una grande altura, que está en medio de los deliciosos campos de Eleacon agua abundante en su falda: llámase Filobeoto, y Sila celebra sobremanera sus calidades y su posicion. Acampáronse, y á los ojos de los enemigos parecieron muy pocos, pues de caballería no eran más de mil y quinientos, y la infanteria aun no llegaba a quince mil hombres: por lo cual, precisando los demas generales á Arquelao á que formase sus tropas, llenaron toda la llanura de caballosde carros, de escudos y de rodelas, no bastando el aire para referir la gritería y alboroto de tantas especies de gentes como allí se hallaban reunidas y ordenadas. No era tampoco pequeña parte para el espanto y el terror la riqueza y brillantez con que se presentaban, porque el resplandor de las armas guarnecidas graciosamente con plata