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SILA.

á mi, que soy romano y Sila, ¿cómo te atreves á hablarme de traiciones, como si no fueras aquel mismo Arquelao que, huyendo en Queronea con muy poca gente, restos de ciento veinte mil hombres, te hubiste de esconder por dos dias en las lagunas de Oreomene, dejando intransitable la Beocia por la multitud de los cadáveres?» A esto, mudando ya de lenguaje Arquelao, y echándose á sus piés, le rogó que pusiera fin á la guerra haciendo paz con Mitridates.

Admitió Sila la propuesta, y se hizo un tratado, por el que se convino en que Mitridates cederia el Asia y la Paflagonia; se pondria por rey de Bitinia á Nicomedes, y de Capadocia á Ariobarzanes, y se entregarian á los Romanos dos mil talentos y setenta naves con espolones de bronce y todo su aparejo, con solo que Sila afianzase al Rey, y le diese por seguros todos sus demas dominios, y le deciarase aliado del pueblo romano.

SILA.

Hechos estos convenios, torciendo de camino, marchó por la Tesalia y la Macedonia al Helesponto, teniendo á Arquelao con grande estimacion en su compañía; y habiendo caido éste enfermo de peligro en Larisa, parando el viaje, hizo se le asistiera como á uno de los generales y caudillos que militaban á sus órdenes. Esto dió ocasion á que se pusiera tacha en la jornada de Queronea, como que no se habia obrado con limpieza; y tambien el que habiendo remitido Sila al Rey todos sus amigos que habian quedado cautivos, sólo á Arislion el tirano le dió muerte con hierbas por estar enemistado con Arquelao. Sobre todo hizo sospechar el terreno de diez mil yugadas que se dió en la Eubea á un hombre de Capadocia, y el haberle declarado Sila amigo y socio de los Romanos; mas sin embargo de todo esto, bace Sila la apología en sus Comentarios. Viniéronle á esta sazon embajadores de Mitridates diciendo que á todo lo demas estaba pronto; pero que en cuanto á la Paflagonia no venía en que se le despojase de ella, y en cuanto á las naves de ningun modo se confor-