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Plutarco.—Las vidas paralelas.

en sueños, porque su cólera pasó á los soldados, y suspendiendo las obras, dejadas las picas clavadas en el foso, desenvainaron las espadas, y con grande algazara se trabaron con los enemigos; mas éstos no aguantaron mucho tiempo, sino que dieron á huir, y se hizo en ellos una borrible carniceria. Mario huyó á Preneste; pero ya encontró cerradas las puertas; y echándole de arriba una cuerda, se la ciñó al cuerpo, y así lo subieron á la muralla. Algunos dicen, y de este número es Fenestela, que Mario ni siquiera tuvo la menor noticia de la batalla, sino que habiéndose recostado en tierra bajo una sombra, á causa de sus muchas vigilias y fatigas, al tiempo de hacerse la señal del combate le cogió el sueño, y apénas despertó cuando todos habian dado á huir. Dícese que Sila no perdió en esta batalla más que veintitres hombres, habiendo muerto á cuarenta mil de los enemigos, y apresado vivos ochenta mil. Con igual felicidad le salió todo lo demas por medio de sus generales Pompeyo, Craso, Metelo y Servilio, pues sin vacilar poco ó nada destrozaron fuerzas muy considerables de los enemigos; de manera que Carbon, que habia sido el principal apoyo de la faccion contraria, abandonando de noche su ejército se embarco para el Africa.

En el último combate, como atleta que entra de refresco contra el que está cansado, estuvo en muy poco que el sámnite Telesino no lo derribase y destruyese á las mismas puertas de Roma; porque allegando mucha gente en union con Lamponio Luqués marchó con celeridad sobre Preneste, con el intento de sacar del cerco á Mario; pero habiéndose enterado de que tenía á Sila por el frente y á Pompeyo por la espalda, dirigiéndose ambos á toda priesal contra él, encerrado de una y otra parte, como buen guerrero ejercitado en muchos combates, levanta su campo por la noche, y marcha con todas sus fuerzas contra Roma.

Faltó muy poco para que la sorprendiese sin ninguna guardia; y estando á diez estadios de la puerta Colina, allí se