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SILA.

dió con grandeza de alma que por amor á la vida no sobreviviria á la ruina de la patria; y mezclándose voluntariamente con sus conciudadanos, pereció con ellos. Lo que pareció cosa nueva y terrible fué el hecho de Lucio Catilina, porque éste, habiendo dado muerte ásu hermano cuando todavía los negocios públicos estaban indecisos, pidió despues á Sila que lo proscribiese como si estuviese vivo, y lo proscribió. Para mostrarse luego agradecido á este favor, dió muerte á un Marco Mario, de la faccion contraria, y llevando la cabeza á presentársela á Sila, que despachaba en la plaza, marchó desde allí al purificatorio de Apolo, que estaba cerca, y se lavó las manos.

Aun fuera de tantas muertes, ofendía por todo lo demas con su conducta; porque se nombró dictador á sí mismo, reproduciendo esta magistratura al cabo de ciento y veinte años: se decretó igualmente á sí mismo la inmunidad por todo lo hecho, y para en adelante el derecho de muerte, de confiscacion, de enviar colonias, de talar ciudades, y de dar y quitar reinos á quien quisiera. En las subastas de las casas confiscadas se condujo con tal insolencia y despotismo, aun despachando en el tribunal, que más todavía que 108 despojos incomodaban las donaciones que de los bienes hacía: dando á mujeres bien parecidas, á guitarristas, á histriones, y á lo más inmundo de la gente de condicion libertina los campos de los pueblos enteros, las rentas de las ciudades, y áun á algunos el matrimonio violento de mujeres casadas. Así, queriendo enlazar con Pompeyo Magno, le hizo dejar la mujer que tenía, y le unió con Emilia, hija de Escauro y de su propia mujer Melela, separándola de Manio & abrion estando en cinta: pero esta joven murió de parto, casada ya con Pompeyo. Aspiraba al consulado Lucrecio Ofela, el que tuvo sitiado á Mario, y se presentó á pedirlo; á lo cual desde luego se opuso Sila; pero como aquél bajase á la plaza asistido y protegido de muchos, enviando un centurion de los que tenia cerca de si. mandó le