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Plutarco.—Las vidas paralelas.

él, á causa de no encontrar, por su pobreza, un esposo proporcionado, y que despues cuando Calias, uno de los ricos de Atenas, se mostró enamorado y tomó de su cuenta el pagar al erario la condena del padre, convino ella misma, y Cimon tambien la entregó por mujer á Calias. Cimon parece que tambien estuvo de sobra sujelo á la pasion amorosa; pues el poeta Melantio, chanceándose con él en aus elegías, hace mencion de Asteria, natural de Salamina, y de una tal Menestera, como que las visitaba y obse quiaba. Además, es cosa averiguada que de Isódica, hija de Eurutolemo el de Megacles, aunque unida con él en legítimos lazos, estuvo apasionadamente enamorado, y que sintió amargamente su muerte, si pueden servir de argumento las elegias que se le dirigieron para consuelo en su llanto; de las cuales dice el filósofo Panecio haber sido autor Arquelao el fisico, conjeturándolo muy bien por el tiempo.

En todo lo demas las costumbres de Cimon eran generosas y dignas de aprecio, porque ni en el valor era inferior á Milciades, ni en el seso y prudencia á Temistocles, siendo notoriamente más justo que entrambos; y no cediendo á éstos en nada en las virtudes militares, es indecible cuánto los aventajaba en las políticas ya desde jóven, y cuando todavía no se habia ejercitado en la guerra.

Porque cuando en la irrupcion de los Medos persuadió Temistocles al pueblo que abandonando la ciudad y desamparando el país combatieran en las naves delante de Salamina, y pelearan en el mar, como los demas se asombrasen de tan atrevida resolucion, Cimon fué el primero á quien se vió subir alegre por el Cerámico al alcázar juntamente con sus amigos, llevando en la mano un freno de caballo para ofrecerlo á Minerva: dando á entender que la patria entonces no necesitaba de fuertes caballos, sino de buenos marineros. Habiendo, pues, consagrado el freno, tomó uno de los escudos suspendidos en el templo; y habiendo he