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Timoleon.

dido en el alcázar, y que Timoleon cuanto tocaba á la Sicilia por medio de un hito delgado, que era el pueblezuelo de los Taurominios, con muy débil esperanza y muy escasas fuerzas, pues fuera de mil soldados y los víveres precisos para ellos, nada más tenía. Ni las ciudades se confiaban tampoco estando agobiadas de males, é irritadas contra todos los generales de ejército, principalmente por la infidelidad de Calipo y Faraces, de los cuales el uno era Ateniense y el otro Lacedemonio; y diciendo ambos que venian á trabajar en su libertad, y á destruir á los monarcas, hicieron ver á la Sicilia que eran oro los trabajos que habian padecido en la tiranía, y que debian ser tenidos por más dichosos los que habian muerto en la esclavitud que los que alcanzaron la independencia.

Desconfiando, pues, de que el Corintio fuese mejor que ellos, sino que les vendria tambien con los mismos sofismas y los mismos atractivos, lisonjeándolos con buenas esperanzas y con proposiciones llenas de humanidad, para inclinarios á la mudanza de nuevo dueño, empezaron á 808pechar, y á estorbar el fruto de las exhortaciones de los Corintios; á excepcion únicamente de los Adrianitas, que habitando una ciudad, aunque pequeña, consagrada á Adrano, cierto Dios muy venerado en toda la Sicilia, discordaron entre sí, implorando unos á Iquetes y los Carlagines, y llamando otros á Timoleon. Sucedió, pues, por pura casualidad que, acelerándose éste y aquéllos, en un mismo punto de tiempo concurrieron al llamamiento unos y otros; trayendo Iquetes cinco mil hombres, y no teniendo Timoleon entre todos más que unos mil y doscientos con los cuales salió de Taurominio para Adrano, que disLaba unos trescientos y cuarenta esladios. Y en el primer dia, habiendo andado poca parte del camíno, hizo alto; mas al siguienle, marchando sin reposo y venciendo pasos escabrosos y dificiles, cuando comenzaba á declinar el dia oyó que Iquetes acababa de llegar á la ciudad, y se habia