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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Feristo desde Elea, y la otra Gorgo, desde Quio, trayendo consigo á los antiguos ciudadanos. Así, procurando no solamente seguridad y reposo despues de tales agitaciones á los que en ellas se establecian, sino proporcionándoles todavía otras muchas cosas, y dándoles aliento, fuó de sus ciudadanos mírado y venerado como fundador. Los mismos eran los sentimientos de todos los demas hácia él, y ni en la terminacion de una guerra, ni en la formacion de una ley, ni en el establecimiento de una colonia, ni en el arreglo de un gobierno, parecia haberse acertado si él no intervenia, y si como perfeccionador de la obra no contribuia á exornarla, añadiéndole cierta gracia sobresaliente y como divina.

Muchos Griegos habia habido ántes de él que se habian hecho ilustres y que babian ejeculado grandes cosas, de cuyo número son Timoteo, Agesilao, Pelopidas y aquel á quien más se propuso imitar Timoleon, Epaminondas; mas las hazañas de éstos presentan lo brillante confundido con cierta violencia y esfuerzo, tanto, que en algunas tuvo lugar la reprension y el arrepentimiento; cuando en todos los hechos de Timoleon, si ponemos fuera de cuenta el estrecho en que se vió respecto del hermano, ninguno hay al que no le convenga, como dice Timeo, aquella exclamacion de Sófocles:

¿Qué Vénus ó qué amores, sacros Dioses, Han puesto aquí su poderosa mano?

Porque así como la poesia de Antimaco y los cuadros de Dionisio, ambos Colofonios, en que hay fuerza y valentia, tienen el aire de cosas hechas con esfuerzo, y muy trabajadas; y en las pinturas de Nicomaco y en los versos de Homero al vigor y gracia se agrega el parecer que están hechos con gran soltura y facilidad; de la misma manera, comparados los generalatos de Epaminondas y Agesilao