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Plutarco.—Las vidas paralelas.

tad que tanto les habia deseado. Obró, pues, sin contradiccion más grandes é ilustres hazañas que ninguno de los Griegos antes de él: no hubo quien le aventajase en aquellas acciones á cuya práctica suelen los sofistas excitar en sus panegiricos á los Griegos: de los males que en lo antiguo afligieron á la Grecia, debió á su fortuna el que le bubiese sacado puro y sin mancha: á los bárbaros y á los tiranos les bizo experimentar su valor y su pericia, como á los Griegos, y á todos sus amigos su justícia y su mansedumbre: erigió á sus ciudadanos muchos trofeos de otros tantos combates, que no les costaron lágrimas ni lloros; y en ocho años áun no cabales entregó la Sicilia á sus habitantes, libre de sus envejecidos y como nativos males.

Entonces ya siendo anciano empezó á decaer de la vista, que del todo perdió de alli á poco; no porque hubiese dado causa á ello embriagado con su fortuna, sino, á lo que parece, por una enfermedad de familia, que con la edad concurrió á este accidente; pues se dice que no pocos de los que eran sus deudos por linaje perdieron del mismo modo la vista, acortándoseles por la vejez. Atanes reflere que fué en el campamento, durante la guerra contra Hipon y Mamerco en Mile, donde empezó á acortársele la vista, no dudándose ya de que iba á perderla; mas que con todo no por eso alzó el sitio, sino que continuó la guerra hasta apoderarse de los tiranos; y que luego que volvió á Siracusa, depuso inmediatamente el mando, pidiendo la relevacion á los ciudadanos, en vista de que ya los negocios habian sido llevados al más feliz término.

El que hubiese llevado sin pesadumbre este infortunio no será quizá de grande admiracion; mas lo que sí debe causarla es el honor y veneracion que estando ya ciego le manifestaron los Siracusanos, haciéndole frecuentes visitas, y llevando a su casa y á su propiedad á los viajantes forasteros para que vieran á su bienhechor, contándoles con reconocimiento el que hubiese preferido quedarse con