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Plutarco.—Las vidas paralelas.

más tremendas, y haciéndose temible á los desobedientes y transgresores: así es como hizo prosperar á la patria, teniendo casi por secundario el vencer á los enemigos respecto del instruir á sus ciudadanos.

Tenian que sostener entonces los Romanos la guerra suscitada con Antioco el Grande; y miéntras marchaban contra él los generales más acreditados, se movió otra nueva guerra en el Occidente por los grandes alborotos ocurridos en España. Envióse á ella á Emilio con el cargo de pretor, el cual no se mostró con solas seis fasces, que era el número concedido á los pretores, sino que tomó otras tantas; de manera que su mando en la dignidad se hizo consular. Venció, pues, dos veces en batalla campal á los bárbaros, exterminando hasta treinta mil; y esta victoria parece que fué puramente obra del general, por haber sabido elegir los puestos, y haberla hecho fácil á los soldados con el paso de cierto rio. Tomó en consecuencia posesion de doscientas cincuenta ciudades que voluntariamente le abrieron las puertas; y dejando en paz y concordia la provincia, se restituyó á Roma: no habiéndose hecho más rico con este mando ni en un maravedi. Porque generalmente era poco cuidadoso de su hacienda, y nada escaso en el gasto con proporcion á lo que tenía, que no era mucho: porque debióudose pagar despues de su muerte la dote de su mujer, apénas hubo lo preciso.

Casóse con Papiria, hija de Mason, varon consular; y despues de haber vivido en su compañía largo tiempo, disolvió aquel matrimonio, no obstante haber tenido de ella una ilustre sucesion; pues que dió á luz al célebre Escipion y á Fabio Máximo. Causa escrita de este repudio no ha llegado á nuestra edad; mas quizá fué uno de aquellos que hicieron cierta una especie que corre acerca del divorcio. Habia un Romano repudiado á su mujer, y le haciau cargo sus amigos, preguntándole: «¿No es honesta?

no es hermosa? ¿no es fecunda?» Y él, mostrando el zapa-