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Alcibiades.

no se presentaron favorables ni áun los auspicios de las festividades; porque cayeron en aquellos días las de AdoDis, en las cuales las mujeres ponian en muchos parajes imágenes semejantes á los muertos que se llevan á enterrar, y representaban exequias, lastimándose y entonando lamentaciones. Además la mutilacion becha en una sola noche de todos los llermes (1), que amanecieron con todas las partes prominentes del rostro cortadas, causó gran turbacion áun á muchos de los que no hacen alto en tales cosas. Dijose que los de Corinto, por amor de los Siracusanos, que era una colonia suya, con la esperanza de que aquel prodigio habia de contener á los Atenienses y hacerles desistir de la guerra, fueron los autores del alentado. Mas con todo, á una gran parte no les hicieron fuerza ni esta voz ni las razones de los que decian que nada siniestro habia en aquellos portentos, y que no eran más que una de aquellas travesuras que suele llevar consigo la insolencia de la gente jóven, propensa despues de un banquete á tales desórdenes; porque á un tiempo se irritaron y se llenaron de terror con lo sucedido, atribuyéndolo á alguna conjuracion fraguada con grandes miras. Hacíanse, por tanto, pesquisas rigurosas sobre cualquier sospecha por el Senado en repetidas juntas, y por el pueblo, reuniéndose lambien en pocos días muchas veces.

En esto presentó Androcles, uno de los demagogos, algunos esclavos y colonos que acusaban á Alcibiades y á sus amigos de otras mutilaciones de estatuas, y de haber en la embriaguez remedado los misterios: diciendo que un tal Teodoro habia hecho funciones de proclamador, Polulion las de porta—antorcha, el mismo Alcibiades las de Hicrofanta; y que los demas amigos habian sido los concurrentes, y participado de los misterios, llamándose mistas (1) Estatuas de Mercurio que habia muchas en los sitios públicos de las ciudades y en los caminos.