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Plutarco.—Las vidas paralelas.

clinacion y altura, y unos y otros se dirigieron á ocuparloscon la infantería; y al propio tiempo Pelópidas mandó á los suyos de á caballo, que eran muchos y excelentes, que se batiesen con la caballería enemiga. Vencieron éstos, y bajaron á la llanura en persecucion de los fugitivos; mas se vió que Alejandro habia tomado las alturas, y que acometiendo a la infanteria tesaliana, que se había rezagado y se encaminaba á los puntos más fuertes y elevados, dió muerte á los primeros, y los demas, siendo ofendidos, nada hacian por su parte. Advertido, pues, esto por Pelópidas, llamó á los de á caballo, y les dió órden de que corriesen contra lo más apiñado de los enemigos, y él mismo, embrazando el escudo, marchó de carrera á unirse con los que peleaban en los collados; y penetrando por la retaguardia hasta los primeros, infundió en todos tal valor y aliento, que áun á los mismos enemigos les pareció ser aquellos otros hombres en el cuerpo y en el espiritu; y si bien éstos rechazaron dos ó tres choques, al ver que todavia volvian con impetu, y que la caballería dejaba el alcance, cedieron por fin, y se retiraron. Pelópidas desde la eminencia viendo toda la hueste de los enemigos, no puesta en fuga, pero si ya en gran confusion y desórden, se detuve un poco á mirar, en busca del mismo Alejandro; y cuando observó que estaba en el ala derecha animando y ordenando á sus estipendiarios, no hizo uso de la razon para refrenar la ira, sino que inflamado con su vista, y abandonando á la cólera su persona y el mando, se adelantó á todos los demas, clamando y llamando á gritos al tirano, el cual estuvo bien distante de sostener el ímpetu y de aguardar, sino que dando á correr hácia los estipendiarios, se escondió. Y los primeros de éstos, que hicieron oposicion, fueron cortados por Pelópidas, y aun algunos heridos y muertos; pero los demas, hiriéndole de léjos con las lanzas, acabaron con él, miéntras que los Tesalianos venian á carrera desde los collados en su auxilio. Cuando