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Pelópidas.

ya habia muerto acudieron tambien los de á caballo, y pusieron en buida todo el ejército, persiguiéndole gran trecho, y llenaron aquella llanura de cadáveres, tanto, que fueron más de tres mil á los que dieron muerte.

Que los Tebanos presentes á la muerte de Pelópidas cayesen en el mayor desconsuelo, llamándole padre, salvador y maestro de los mayores y más apreciables bienes, nada tiene de extraño; pero el que los Tesalianos pasasen con sus decretos la raya de cuanto honor puede dispensarse á la humana virtud, esto fué lo que principalmente manifestó en sus demostraciones el aprecio y gratitud con que le miraban. Porque se dice que cuantos concurrieron á aquella batalla, ni se quitaron la coraza, ni desensillaron los caballos, ni se curaron las heridas luego que llegó á su notícia aquel infausto suceso, sino que corriendo como se hallaban adonde estaba el cadáver, como si hubiera de sentirlo, pusieron alrededor de su cuerpo en monton los despojos de los enemigos, cortaron las clines á los caballos, y se cortaron tambien el cabello, y que muchos yeado despues á las tiendas, ni encendieron fuego ni se sentaron á comer, sino que el silencio y la pesadumbre se difundió por todo el campamento, como si no hubieran alcanzado la mayor y más completa victoria, sino que más bien hubiesen sido vencidos y esclavizados por el tirano.

De las ciudades, luego que corrió la nueva, vinieron lasautoridades, y con ellas los mancebos, los muchachos y los Sacerdotes, para recibir el cuerpo, trayendo para adornarle trofeos, coronas y armaduras de oro. Llegado el momento de haberse de conducir el cadáver, adelantándose los Tesalianos de más provecla edad, pidieron á los Tebanos que les permitieran darle sepultura; y uno de ellos habló de esta manera: «Os pedimos, oh aliados nuestros, una gracia que nos ha de servir de honor y de consuelo; pues no hacen la corte los Tesalianos á Pelópidas, todavía vivo, ni en tiempo que pueda sentirlo le retribuyen los cor-