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Alcibiades.

sipaba la acusacion; ó en caso de desvanecerla, marcha contra los enemigos sin miedo de calumniadores.

Mas no habiendo logrado convencerlos, é intimándosele que partiese, dió la vela con sus colegas, llevando muy pocas ménos de ciento y cuarenta galeras; cinco mil y cien infantes; entre tiradores de arco, honderos y demas tropa ligera unos mil y trescientos, y todas las prevenciones correspondientes. Navegando la vuelta de Italia tomaron á Regio, y allí propuso á deliberacion el modo que habia de tenerse en hacer la guerra. Opúsose Nicias á sa dictámen; pero habiendo convenido con él Lamaco, se dirigió á la Sicilia, y atrajo á Catana á su partido; sin que hubiese ya podido hacer otra cosa, porque al punto fué llamado para el juicio por los Atenienses. Porque al principio, como dejamos dicho, sólo se propusieron contra Alcibiades algunas frias sospechas y calumnias por esclavos y por colonos; pero sus enemigos, luego que le vieron ausente, tomaron fuerzas contra él, y reunieron con el insulto hecho á los Hermes el remedo de los misterios, como que todo era efecto de una misma conjuracion para causar un trastorno; y á todos cuantos indiciados pudieron haber å las manos, sin oirlos los encerraron en la cárcel, sintiendo no haber cogido ántes á Alcibiades bajo sus votos, y sentenciádole por tan graves crímenes; mas la ira que contra él tenian la mostraron ásperamente en cualquiera deudo, amigo ó familiar suyo que por desgracia aprehendieron. Tucídides no hizo mencion de los denunciadores; pero otros escritores, entre ellos Frinico el Cómico, nombran á Dioclidas y á Teucro, siendo estos los versos de Frinico:

Amado Hermes, cuida no te caigas, Y á tí mismo te lisies, dando márgen A que otro Dioclidas que tenga Mala intencion, levante otra calumnia.