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Plutarco.—Las vidas paralelas.

fin, obligando el estado de los negocios, segun parece, á mandar con mayor rigor, propuso á los Atenienses que cargaran sobre él el perjurio, y consultaran en las cosas públicas á la utilidad; y Teofrasto, hablando con generalidad, dice que este hombre, que come particular y para con sus conciudadanos era estrechísimamente justo, en los negocios públicos se acomodó muchas veces á la situacion de la patria, que le precisó á más de una injusticia; porque tratándose á propuesta de los de Samos de traer á Atenas las riquezas de Delos contra lo estipulado en los tratados, se dice haber expresado Arístides que ello no era justo, pero que convenia. Mas por fin, con haber alcanzado que Atenas imperase sobre tantos pueblos, no por eso dejó de ser pobre y de honrarse tanto con la gloria de su pobreza, como con la de sus trofeos; y la prueba es esta. Calias el Daduco era pariente suyo: seguianle sus enemigos causa capital, y despues que hablaron lo que era propio sobre los objetos de la acusacion, saliéndose fuera de ella, dirigieron la palabra á los jueces para tratar de Arístides, diciéndoles: «Ya conoceis á este hijo de Lisimaco, y cuán grande opinion goza entre los Griegos:

pues ¿cómo pensais que lo pasará en su casa, cuando veis que con aquella túnica se presenta en el tribunal? Porque no es indispensable que el que en público tiene que tiritar de frio, en su casa esté miserable y fallo áun de las cosas más precisas? Pues Calias, el más rico de los Atcnienses, con ser su primo, no hace caso ninguno de un hombre como este, abandonándole en la miseria con mujer é hijos, sin embargo de que no ha dejado de valerse de él, y que más de una vez ha disfrutado de su influjo.»» Vió Calias que esta especie habia hecho grande impresion sobre los jueces y los habia indispuesto contra él, por lo que pidió se le llamase á Arístides, para que testificara ante los jueces que, habiéndole ofrecido intereses repetidas veces, y rogádole los aceptara, nunca habia condes-