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MARCO CATON.

aquella, cuál su número, y cuál el órden, formacion y disposicion en que nos aguardan. Este rebato debe ser obra de prontitud y arrojo, que es en el que confiados los leones se lanzan sin armas sobre los otros tímidos animales.» Dicho esto, partieron de allí con celeridad los Firmianos del modo que se hallaban, y corriendo por aquellos montes se dirigieron contra la guardia: cogiéndola desprevenida, todos se sobresaltaron y dispersaron; pero pudieron coger á uno armado como estaba, y lo pusieron en manos de Caton. Supo por éste que la principal fuerza estaba apostada en la garganta con el Rey; y que los que le guardaban las avenidas eran unos seiscientos Etolios escogidos; y mirando con desprecio así el corto número como la nimia confianza, marchó contra ellos al toque de trompetas y con grande gritería, siendo el primero á desenvainar la espada; pero los enemigos, luego que los vieron descender de las alturas, dando á huir hácia el cuerpo del ejército, le pusieron todo en gran confusion.

Al mismo tiempo trató Manio de forzar las trincheras por el pié de la montaña, acometiendo por las gargantas con todas sus fuerzas; y herido Antioco en la boca de una pedrada, que le quitó los dientes, volvió para atras su caballo movido del dolor, con lo que ninguna parte de su ejército hizo ya frente á los Romanos, sino que sin embargo de tener que hacer la fuga por sitios intransitables y peligrosos, porque las caidas habian de ser á lagos profundos ó piedras peladas, impelidos hácia estos lugares desde los desfiladeros, y atropellándose unos á otros, ellos mismos se destruyeron por el miedo de las heridas y del hierro de los enemigos. Caton parece que nunca habia sido muy contenido y pareo en sus propias alabanzas, y ántes por el contrario, no habia evitado la opinion de jactancioso, teniendo el serlo por consecuencia de los grandes hechos; pero en esta ocasion, todavía ponderó más Sus bazañas; pues dice que los que le vieron entonces