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FILOPEMEN.

salió contra él Filopemen con sus tropas. Acamparon muy cerca de la ciudad, teniendo uno y otro muchos auxiliares, y trayendo cada uno consigo casi todas las fuerzas de sus respectivos pueblos. Cuando ya se trabó la batalla, habiendo Macanidas rechazado con sus auxiliares á la vanguardia de los Aqueos, compuesta de los tiradores y de los de Tarento, en lugar de caer inmediatamente sobre la hueste y romper su formacion, se entregó á la persecucion de los vencidos, y se fué más allá del cuerpo del ejército de los Aqueos, que guardaba su puesto. Filopemen, sucedida semejante derrota en el principio, por la que todo parecia enteramente perdido, disimulaba y hacía como que no lo advertia, y que nada de malo habia en ello; mas al reflexionar el grande error que con la persecucion babian cometido los enemigos, desamparando el cuerpo de su ejército y dejándole el campo libre, no fué en su busca, ni se les opuso en su marcha contra los que huian, sino que dió lugar á que se alejaran, y cuando ya vió que la separacion era grande, cargó repentinamente á la infanteria de los Lacedemonios, porque su batalla habia quedado sin defensa.

Acometióla, pues, por el flanco á tiempo que ni tenian goneral, ni estaban aparejados para combatir, porque en vista de que Macanidas seguia el alcance, se creian ya vencedores, y que todo lo habian sojuzgado. Rechazólos, pues, á su vez con gran morlandad, porque se dice haber perecido más de cuatro mil; y en seguida marchó contra Macanidas, que volvia ya del alcance con sus auxiliares. Habia en medio una acequia ancha y profunda, y hacian esfuerzos de una parte y otra, el uno por pasar y huir, y el otro por estorbárselo; presentando el aspecto no de unos generales que peleaban, sino de unas fieras que por la necesidad hacian uso de toda su fortaleza, acosadas del fiero cazador Filopemen. En esto el caballo del tirano, que era poderoso y de bríos, y además se sentia aguijado con ambas espuelas, se arrojó á pasar, y dando de pechos en la accquia,