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TITO QUINCIO FLAMINIO.

tuvo el pueblo romano un espectáculo en el teatro, para el que el Senado se colocó en lugar distinguido segun costumbre; y como viese á Lucio sentado en los últimos asientos humilde y abatido, movió á compasion, tanto que no pudiendo sufrir la muchedumbre verle en tal estado, empezó á grilar diciéndole que pasase al otro sitio, hasta que así lo ejecutó, haciéndole lugar los Consulares.

Estúvole muy bien á Tito aquel carácter ambicioso y activo, mientras tuvo competente materia para ejercitarle, ocupado en las guerras que hemos referido; porque áun despues del consulado volvió á ser tribuno legionario sin que nadie le precisase. Mas retirado del mando, siendo ya bastante anciano, en la vida exenta de negocios dió harto que notar con su inquieta ánsia de gloria, en la que no podia contenerse, y llevado de cuyo impetu parece haber ejecutado lo relativo á Aníbal, con que incurrió en el odio de muchos. Anibal, huyendo de Cartago, su patría, se habia unido con Antioco; pero cuando éste despues de la batalla de Frigia se halló muy contento con haber hecho la paz, tuvo Aníbal que huir de nuevo, andando errante por diferentes países, hasta que por fin se fijó en Bitinia, haciendo la corte á Prusias, sin que ninguno de los Romanos lo ignorase, y ántes disimulando todos por su falta de poder y su vejez, mirándole como arrin conado de la fortuna. Enviado Tito de embajador á Prusias de parte del Senado para otros negocios, viendo allí detenido á Anfbal, se incomodó de que todavía viviese, y por más que Prusias le rogó y pidió por un hombre misera ble que era su amigo, nada pudo alcanzar. Habia un oráculo antiguo, segun parece, acerca de la muerte de Aníbal, concebido en estos términos:

De Anibal los despojos Serán cubiertos de libisa tierra: