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TITO QUINCIO FLAMINIO.

cano, el cual, habiendo derrotado á Aníbal cuando lodavia pasaba por invicto y por temible, no hizo que le desterraran, ni le reclamó de sus ciudadanos, sino que antes de la batalla conferenció con él dándole la mano, y despues de ella entró en tratados, sin haber intentado nada contra él mismo, ni haber insultado á su fortuna. Dícese que otra vez se habian encontrado en Efeso, y que al principio estándose paseando, Aníbal tomó el lugar de mayor dignidad, y Escipion fo sufrió, y continuó en el paseo con la mayor naturalidad; y que luego, haciéndose conversacion de los grandes capilanes, y pronunciando Anibal que el mayor capitan habia sido Alejandro, despues Pirro y el tercero él mismo, sonriéndose tranquilamente Escipion le replicó: «¿Y si yo te venciese?» A lo que Anibal le habia contestado: «Entonces, oh Escipion, no me pondré yo el tercero, sino que á tí te declararé el primero entre todos.» Ensalzaban muchos estas particularidades de Escipion, y de aquí tomaban motivo para difamar á Tilo, como que habia dado gran lanzada á hombre muerto. Mas labia algunos que alababan lo hecho, mirando á Anibal, mientras viviese, como un fuego que convenia apagar: porque ni aun cuando estaba en su vigor, eran su cuerpo ó sus manos lo que á los Romanos se hacía temiblo, sino su talento y su habilidad, juntamente con su odio ingénito y su des—afecto; de las cuales cosas nada disminuye la vejez, sino que el carácter queda con las costumbres, y sólo es la fortuna la que no permanece la misma; y aunque decaiga, siempre excita á nuevas empresas con la esperanza á los que son movidos del odio á hacer la guerra. En lo cual los sucesos estuvieron despues de parte de Tito: ya en Aristónico, el hijo del guitarrero, que á causa de la gloria de Eumenes llenó el Asia toda de sediciones y de guerras; y ya en Mitridates, que despues de Sila y Fimbria y de grandos pérdidas de ejércitos y caudillos, volvió á levantarse terrible por tierra y por mar contra Luculo. Ni podia re