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Plutarco.—Las vidas paralelas.

pues, al Epiro con ocho mil infantes y quinientos caballos, y hallándose falto de medios, solicitaba una guerra en que ocupase su ejército; y como se le uniesen algunos Galos, hizo incursion en la Macedonia, reinando Antigono, hijo de Demetrio, precisamente con el objeto de saquear y hacer botin. Avinole et tomar varias ciudades, y que se le pasasen dos mil soldados, con lo que ya extendió sus esperanzas y se encaminó contra Antigono. Sobrecogióle en unos desfiladeros, y puso en desórden todo su ejército. Los Galos que se hallaban á la retaguardia de Antigono, machos en número, se sostuvieron vigorosamente; y trabada con este motivo una reñida batalla, perecieron en ella la mayor parte de éstos; y cogidos los que conducian los elefantes, se rindieron á ellos mismos y entregaron todas aquellas bestias. Fortalecido Pirro con estos sucesos, contando más con su fortuna que con lo que podia dictar la razon, acometió á la falange de los Macedonios, turbaba y acobardada con el vencimiento: así es que no pelearon contra él ni le hicieron resistencia: extendió, pues, sa derecha, y llamando por sus nombres á todos los generales y jefes, logró que la infanteria abandonase á Antigono. Retirése éste por la parte del mar y al paso recobró algunas de las ciudades litorales; y Pirro, teniendo por el mayor para su gloria en estos prósperos acontecimientos el de haber vencido á los Galos, consagró lo más brillante y precioso de los despojos en el templo de Minerva Itónide con la siguiente inscripcion en versos elegiacos:

A ltónide Minerva en don consagra Estos escudos el Moloso Pirro, A los feroces Galos arrancados Cuando triunfo de Antigono y su hueste.

¿Qué hay que maravillar si ahora y ántes Los Eacidas fueron invencibles?