Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/468

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
470
Plutarco.—Las vidas paralelas.

preparó á hacer un magnifico sacrificio. Estaba todo el ejército coronado y puesto sobre las armas; y el cónsul, ceñido como es de costumbre, se adornó de púrpura, tomó una antorcha encendida, y levantándola con entrambas manos al cielo, iba á aplicarla á la hoguera. Mas á este tiempo se vió repentinamente que unos amigos venian á caballo corriendo hácia él, lo que produjo en todos gran silencio y expectacion. Cuando ya estuvieron á su lado echaron pié á tierra, y tomando á Mario la diestra, le anunciaron con parabienes el quinto Consulado, entregandole cantas en esta razon. Acrecentóse con esto el regocijo do los cánticos de victoria, y aclamando el ejército lleno de gozo con cierto ruido compasado de las armas, volvieron los jefes á poner sobre la frente de Mario una corona de laurel, y éste encendió la hoguera y perfeccionó el sacrificio.

Mas ó la fortuna, ó el genio del mal, ó la naturaleza misma de las cosas, que no consiente que áun en las mayores prosperidades haya un gozo puro y sin mezcla, sino que parece complacerse en traer agitada la vida de los hombres con la contínua alternativa de bienes y de males, afligió á pocos dias á Mario con malas nuevas de su colega Catulo, las que, como nube que sobrecoge en medio de la serenidad y bonanza, bacian correr á Roma nuevos peligros y tormentas. Contrapuesto Catulo á los Cimbros, desconfló de poder guardar las alturas de los Alpes, porque tendria que debilitarse, habiendo de desmembrar su tropa en muchas divisiones. Bajando, pues, sin detenerse hácia la Italia, y poniendo ante sí al rio Atison, lo fortificó con fuertes trincheras por una y otra orilla, echando puente en medio, para dar auxilio á los de la otra parte, si los bárbaros, venciendo las gargantas, los obligaban á encerrarse en sus fortificaciones. Pero á éstos los animaba tal altanería y arrojo contra sus enemigos, que por sólo dar muestras de su pujanza y atrevimiento, más bien que porque