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CAYO MARIO.

se ponian los escudos delante del rostro, mayormente dándose esta batalla despues del solsticio de verano, cuya Besla se celebra en Roma tres dias antes de empezar el mes que ahora dicen Agosto, y entonces sextil. Tambien el polvo contribuyó á aumentar en los Romanos el arroje, por cuanto ocultándoles los enemigos, no veian su excesivo número, sino que corriendo cada uno contra los que tropezaban, así lidiaban con ellos, sin haber concebido ántes temor con su vista. Y estaban tan metidos en fatiga y tan hechos á ella, que nadie vió á ninguno de los Romanos ni sudar ni con sobrealiento, con haberse sostenido este combate en medio del mayor ardor del verano, y á costa de un continuo correr, como dicen haberlo escrito el mismo Catulo celebrando á sus soldados.

Pereció alli la mayor y más esforzada parte de los enemigos; porque para no desordenarse en la formacion, los primeros de linea estaban enlazados unos á otros con largas cadenas prendidas á los ceñidores. Los que perseguidos se retiraban hácia su campo, todavia encontraban peor suerle; porque las mujeres, puestas de negro sobre los carros, daban la muerte á los que así huian, unas á sus maridos, otras á sus hermanos, otras á sus padres; y de sus hijos, á los niños pequeños, abogándolos con sus propias manos, los arrojaban debajo de las ruedas y de los piés de las bestias, y despues se quitaban ellas la vida.

Cuéntase de una que habiéndose ahorcado del timon de un carro, tenía á sus hijos colgados de sus piés con cordeles á uno y otro lado. Los hombres á falta de árboles se ahorcaban de las aslas de los bueyes; y otros poniendo atado el cuello á las palas de éstos, despues los picaban con aguijones, para que echando á andar los arrastrasen y pisasen. Y con todo de quitarse tan espantosamente la vida, áun cautivaron los Romanos á sesenta mil, habiendo sido otros tanlos, segun se dice, los que murieron. El bagaje le saquearon los soldados de Mario; pero los despojos, las