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CAYO MARIO.

que le dijo: «Ó bazte, oh Rey, más poderoso que los Romanos, ó ejecuta sin rebullir lo que te se mande:» dejándole asombrado, no el nombro romano de que habia oido hablar muchas veces, sino aquel descaro de que entonces por la primera vez tenía idea.

Vuelto á Roma, edificó casa junto á la plaza; 6, como él decia, por no incomodar á sus clientes teniendo que ir léjos; ó por creer que esta era la causa de ser menos obsequiado con visitas que otros; lo que no era así, sino que no igualándolos ni en el trato ni en las relaciones y usos políticos, como de instrumento de guerra, no se hacía caso de él en la paz. Y lo que es respecto de otros áun llevaba ménos mal que se le desatendiese; pero le mortificaba sobremanera la preferencia de Sila, que habia sido fomentado contra él por envidia de los principales, y para quien las diferencias con el mismo Mario habian sido principio de fortuna. Sucedió luego que Boco el Numida, recibido por aliado de los Romanos, colocó en el Capitolio unas victorias portadoras de triunfos, y entre ellas en efigie de oro á Yugurta, entregado á Sila por el mismo Boco; y esto sacó á Mario fuera de sí de ira y de soberbia, por cuanto parecia que Sila se atribuia aquel hecho: así se proponia destruir por la fuerza aquellos votos, y por el contrario Sila defenderlos; pero esta contienda, que faltaba muy poco para que saliese al público, la cortó la guerra social que repentinamente tuvo sobre si la ciudad. Porque las naciones más belicosas y de mayor poblacion de la Italia se sublevaron contra Roma, y estuvo en muy poco el que la hiciesen decaer del imperio, no sólo fuertes en armas y en varones, sino asistidas de caudillos que en el valor y en la pericia eran admirables y competian con los de esta.

Esta guerra, vária en los efectos, y más vária que ninguna otra en los sucesos, cuanto acrecentó en gloria y en poder á Sila, otro tanto menguó á Mario; porque fué teniTOMO II.

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