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Plutarco.—Las vidas paralelas.

habia de venir aquí si lemiera morir? sino en solicitud de tomar venganza, la que ya tomo en alguna manera de los que me han desechado, haciéndote dueño de mí. Por tanto, si anhelas dominar á tus enemigos, aprovéchate, oh hombre generoso, y saca partido de mis desgracias, haciendo que se convierta en dicha vuestra el infortunio de un hombre que tanto mejor peleará en vuestra defensa que contra vosotros, cuanto hacen mejor la guerra los que conoven las cosas de los enemigos que los que las ignoran. Mas si has desistido de aquel intento, ni yo quiero vivir, ni á ti te estaria bien el salvar á un hombre que te es de antiguo contrario y enemigo, y ahora inútil y de ningun provecho.» Al oir esto Tulo recibió grandisimo contento, y alargando la diestra, «aliéntale, le dijo, oh Marcio, y confia: porque nos traes un gran bien entregándote á ti mismo; y espera todavía mayores cosas de los Volscos.» Dió entonces un banquete á Marcio con gran regocijo, y en los dias siguientes estuvieron confiriendo juntos entre sí sobre la guerra.

En Roma la ojeriza de los patricios contra la plebe, acrecentada con la condenacion de Marcio, causó grande alteracion; y además los agoreros, los sacerdotes y los particulares referían muchos prodigios que debian inspirar cuidado. Cuéntase uno de ellos en esta forma: habia un Tito Latino, hombre poco conocido, no de la clase jornalera, sino medianamente acomodado, libre de toda supersticion, y más todavía de ostentacion y jactancia. Este, pues, tuvo un sueño, en el que se le apareció Júpiter, y le mandó di jese al Senado que habia sido un danzante poco diestro y poco agradable el que habia prevenido para que fuese delante de su procesion. Cuando tuvo este ensueño, dijo que á la primera vez no hizo caso; y que cuando segunda y tercera lo despreció tambien, le vino la nueva de la muerte de un hijo muy apreciable, y de repente se le baldó el cuerpo sin poderse valer de él: de todo lo que, habiéndose