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Marcio Cayo Coriolano.

otras mujeres, no por decreto del Senado ni por mandamiento del Cónsul, sino que habiendo Júpiter, á lo que parece, oido compasivo nuestros ruegos, nos infundió este impulso de venir acá en vuestra busca á proponeros para nosotras y para los demas ciudadanos el remedio y la salud; y para vosotras, si os dejais mover, una gloria más brillante todavía que la que alcanzaron las hijas de los Sabinos con haber traido de la guerra á la amistad y la paz á sus padres y á sus esposos. Ea, venid con nosotras donde está Marcio, emplead vuestros ruegos, y dad á la patria el verdadero y justo testimonio de que con haber sido tan maltratada, ningun daño os ha hecho, ni ninguna determinacion ha tomado contra vosotras en su enojo, sino que os entrega en sus manos, áun cuando no haya de recabar ninguna condicion equitativa. Dicho esto por Valeria, aplaudieron las demas matronas, y contestó Volumnia:

«En los comunes males, oh matronas, nos toca á nosotras Ja parte que á todos; y en particular tenemos la desgracia de haber perdido la gloria y la virtud de Marcio, considerando su persona defendida bajo las armas de los enemigos; pero no salva. Mas con todo, nuestro mayor desconsuelo es que las cosas de la patria bayan venido á tan triste estado que haya tenido que poner en nosotras su esperanza: pues no sé si mi hijo hará algun caso de nosotras, ó si no le hará tampoco de la patria, que él anteponin á la madre, á la mujer y á los hijos. Con todo, valeos de nosotras, y conducidnos á su presencia, á lo ménos, cuando no sea otra cosa, para poder morir intercediendo por la patria.

Dicho esto, haciendo levantarse á Virgilia con los hijos y las demas matronas, se encamina hacia el campamento de los Volscos, siendo aquel un lastimoso espectáculo, que á los mismos enemigos les causó confusion é impuso silencio. Hallábase casualmente Marcio sentado en el tribunal con los demas caudillos; y luego que vió venir á aquellas