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Marcio Cayo Coriolano.

combatir la patria sin que primero pases por encima del cadáver de la que te dió el ser; puesto que no debo aguardar aquel dia en el que vea que o triunfan de mi hijo los ciudadanos, ó él triunfa de la patria. Y si yo le propusiera que salvaras á ésta con ruina de los Volscos, la prueba sería para tí, oh hijo mio, ardua y dificil; porque el destruir á tus conciudadanos no es honroso, y el hacer traicion á los que de ti se han confiado es injusticia; mas ahora la paz que te pedimos es saludable á todos, y más honesta y gloriosa todavía para los Valscos, pues apareciendo superiores, se entenderá que son los que conceden tan grandes bienes, no entrando ellos ménos por eso á participar de la paz y de la amistad, de las cuales serás tú el principal autor si se consiguen; y si no se consiguieren, á tí sólo te echarán la culpa unos y otros. Y en fin, siendo la guerra incierta, esto hay de cierto desde luego: que si vences, te está preparado el ser la abominacion de tu patria, y si eres vencido, has de tener la opinion de que por tus resentimientos has hecho venir sobre tus amigos y bienhechores las mayores calamidades.» Escuchó Marcio este razonamiento de Volumnia sin responder cosa alguna; y como áun despues de haber concluido se mantuviese en silencio por bastante rato: «¿Por qué callas, hijot continuó diciendo. ¿Será cosa honesta concederlo todo al enojo y á la venganza, y no lo será hacer merced á una madre que tan racionalmente pide? ¿O le está bien al hombre grande conservar la memoria de los males que ha sufrido, y el bonrar y reverenciar los beneficios que los hijos reciben de las madres no será propio de un hombre grande y esforzado? Y en verdad que el mostrar reconocimiento á nadie le estaria mejor que á tí, que tan ásperamente te declaras contra la ingratitud, pues de la patria bien costosa satisfaccion tienes tomada; mas á tu madre no hay cosa en que la hayas atendido, cuando nada debia ser tan sagrado como el que yo alcanzara de tí sin