Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/86

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
88
Plutarco.—Las vidas paralelas.

premia las cosas tan honestas y justas que te pido; mas pues que no acierto á moverte, ¿por qué no acudo á la última esperanza?» Y diciendo estas palabras se arroja á sus piés juntamente con la mujer y los hijos. Entonces Marcio exclama: ««¡En qué punto me habeis contenido, ob madre!» Y alzándola del suelo, y apretándole fuertemente la mano:

«Venciste, le dice, alcanzando una victoria tan feliz para la patria como desventajosa á mí, que me retiro vencido de ti sola.» Dicho esto, habló aparte por breve tiempo con la madre y la mujer, y á su ruego las volvió á mandar á Roma. Pasada la noche, se retiró con los Volscos, que no todos pensaban de él, ó le miraban de una misma manera:

pues unos estaban mal con él mismo y con esta accion, y otros ni con lo uno ni con lo otro, teniendo más dispuesto su ánimo á la concordia y á la paz. Algunos habia que á pesar de estar disgustados con lo ocurrido, no culpaban con todo á Marcio, sino que le creian excusable, por cuanto había sido combatido de afectos tan poderosos. Mas nadie le contradijo, sino que todos le siguieron, más arrastrados de su virtud que de su autoridad.

El pueblo romano cuanto fué el miedo y el peligro miéntras le amenazó la guerra, otro tanto sintió de regocijo cuando la vió disipada. Pues apénas los que estaban en la muralla vieron retirarse á los Volscos, al punto concurrieron á todos los templos llevando coronas como en una victoria, y disponiendo sacrificios. Señalábase principalmente la alegría de la ciudad en los honores y obsequios á las mujeres, del Senado y de la muchedumbre, que reconocian y profesaban haber sido éstas la causa cierta de su salud. Decreto, pues, el Senado que lo que ellas mismas propusieran en reconocimiento y gloria suya, aquello ejecutaran las autoridades; mas ninguna otra cosa pidieron sino que se construyera un templo á la fortuna femenil, haciendo ellas el gasto, y no poniendo la ciudad más que lo relativo á las víctimas y culto que convinieran á los