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Marcio Cayo Coriolano.

Dioses. El Senado, aunque aplaudió su celo, labró el templo y la efigie á expensas del público; pero no por eso dejaron aquellas de recoger dinero, é hicieron otra segunda estatua, de la que refieren los Romanos que colocada en el templo, articuló estas ó semejantes palabras: Com piadors determinacion me dedicasteis las mujeres.

Corre la fábula de que por dos veces se oyó esta voz, queriéndonos hacer creer cosas tan monstruosas y dificiles: pues aunque no es imposible parezca á la vista que las estatuas sudan y derraman lágrimas, supuesto que las maderas y las piedras á veces contraen cierta suciedad que despide humor, y además descubren colores y reciben tinturas del mismo ambiente, con las que puede muy bien indicársenos algun prodigio; y aunque es tambien posible que las estatuas hagan cierto ruido semejante al rechipamiento ó al suspiro, proviniendo aquél de una fuerte rotura ó despegamiento interior de las partes; con todo, es enteramente incomprensible que en una cosa sin vida se forme voz articulada y una habla tan cierta, tan determinada y tan distinta: cuando ni al alma ni al mismo Dios es dado articular y hablar sin un cuerpo orgánico y dotado de las partes apropiadas al efecto. Así, cuando la historia nos estrecha con muchos y fidedignos testigos, es que se ha ejecutado en la parte imaginativa del alma uda cosa semejante á la sensacion, y que se tiene por tal; al modo que en el sueño nos parece oir lo que no oimos, y ver lo que no vemos; sino que á los supersticiosamente piadosos y religiosos para con los Dioses, y que no se atreven å desechar ó repugnar nada de tales historias, lo maravilloso mismo les es de gran peso para creer, y la idea que tienen del poder de Dios muy superior al nuestro.

Porque en nada se mide con la condicion humana ni en la naturaleza, ni en la inteligencia, ni en la fuerza; ni debe tenerse por extraño que haga lo que á nosotros nos es regado hacer, ó que venga al cabo de obras con que nos-