Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/88

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
90
Plutarco.—Las vidas paralelas.

F 90 PLUTARCO. LAS VIDAS PARALELASotros no podemos salir; sino que aveotajándonos en todo, en las obras es en lo que ménos se nos ha de semejar, y en lo que ménos hemos de poder serle comparados. Mas, como decia Heráclito, en las cosas divinas la desconflanza es la que más nos estorba el conocerlas.

En cuanto á Marcio, no bien bubo dado á Ancio la vuelta, cuando Tulo, que por miedo le aborrecia y no le podia sufrir, se propuso quitarle prontamente del medio, porque si ahora escapaba, no volveria otra vez á dar asidero. Concitó y sublevó contra él á otros muchos, y le intimó que diera cuentas á los Volscos, deponiendo el mando. Mas aquél, temiendo quedarse de particular bajo la autoridad de Tulo, que siempre conservaba gran poder entre sus conciudanos, respondió que entregaria el mando á los Volscos si se lo ordenasen, y las cuentas las presentaria á cuantos de éstos quisieran pedirlas. Congregóse, pues, el pueblo, y los agitadores que se tenian prevenidos andaban acalorando á la muchedumbre; mas como luego que Marcio se puso en pié hubiesen por respeto cedido los alborotadores, dándole lugar para hablar con tranquilidad, y se viese bien á las claras que los principales entre los Anciates, contentos con la paz, iban á oirle con benignidad y á juzgarle en justicia, se dió Tulo por vencido si aquél se defendia. Porque era hombre que sobresalia en el don de la palabra, y sus anteriores servicios pesaban más que la querella presente, siendo esta misma la mayor prueba de cuánto era lo que se le debia: porque no hubiera llegado el caso de tenerse por agraviados en que no hubiese tomado á Roma teniéndola en la mano, si no se de biera al mismo Marcio el haber estado tan cerca de tomarla. No juzgaron, por tanto, conveniente el detenerse y contar con la muchedumbre, sino que alzando griteria los más determinados de los conspiradores, diciendo que no habia para qué escuchar ó atender á un traidor que los tiranizaba, y que se obstinaba en no dejar el mando, se ar-