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Plutarco.—Las vidas paralelas.

das tan felizmente las cosas de la guerra, no administró con menor inteligencia las de la paz, reduciendo á concordia las ciudades, y sobre todo allanando las diferencias entre deudores y acreedores: porque ordenó que de las rentas de los deudores percibiese el acreedor dos terceras partes, y de la otra dispusiese el dueño hasta estar satisfecho el préstamo. Habiendo adquirido con su gobierno un gran concepto, dejó la provincia, hecho ya rico él mismo, y habiendo contribuido á mejorar la suerte de sus soldados, por quienes fué saludado Emperador.

Los que aspiraban á que se les concediese el triunfo debian permanecer fuera de la ciudad; y los que pedian el consulado era prociso que lo ejecutasen hallándose presentes en ella constituido, pues, en este conflicto, y estando próximos los comicios consulares, envió á solicitar del Senado que se le permitiese estando ausente mostrarse competidor del consulade por medio de sus amigos. Sostuvo Caton al principio la ley contra semejante pretension; y despues, viendo á muchos ganados por César, tomó el medio de destruir sus intentos con sólo el tiempo, consumiendo en hablar todo el dia; pero éste resolvió entonces desistir del triunfo, y atenerse al consulado. Entró, pues, en la ciudad al punto, y tomó por su cuenta una empresa que engañó á todos los demas ciudadanos, á excepcion de 'Caton. Era esta la reconciliacion de Pompeyo y Craso, que tenian el mayor poder en la república; y uniéndolos César en amistad de la discordia en que estaban, juntó en provecho suyo el poder de ambos; y haciendo una obra que tenía todos los visos de humana, no se echó de ver que iba á parar en el trastorno de la república. Pues no fué, como creen los más, la discordia de César y Pompeyo la que produjo la guerra civil, sino más bien su amistad, habiéndose reunido primero para acabar con la aristocracia, aunque despues volviesen á discordar entre sí. Caton, prediciendo muchas veces todo lo que iba