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Plutarco.—Las vidas paralelas.

entre sueños, pareciéndole en ésta que se veia en el teatro aplaudido por los Romanos; pero los que tenía consigo entaban tan confiados, y habian concebido tales esperanzas del vencimiento, que sobre el Pontificado máximo de César llegaron á altercar Domicio, Espinter y Escipion disputando entre sí; y muchos enviaron á Roma personas que alquilaran y se anticiparan á tomar las casas proporcionadas para consules y pretores, dando por supuesto que al instante obtendrían estas dignidades acabada la guerra.

De todos, los que más instaban por la batalla eran los de caballeria, llenos de vanidad con la belleza de sus armascon sus bien mantenidos caballos, con la galtardía de sus personas, y aun con la superioridad del número, pues eran siete mil hombres contra mil que tenia César. En la infanterfa tampoco habia igualdad, porque cuarenta y cinco mil batuan de entrar en lid contra veintidos mil.

Keunió César sus soldados, y diciéndoles que dos legiones que le traia Cornificio estaban ya cerca, y otras quince cohortes se hallaban acuarteladas con Caleno en Megara y Atenas, les preguntó si querian aguardar á aquéllos ó correr solos el riesgo de la batalla; y ellos clamaron que nada de esperar, y más bien le pedian hiciera de modo que cuanto antes vinieran á las manos con los enemigos. Al hacer la purificacion del ejército y sacrificar la primera víctima, exclamó al punto el adivino que al tercero dia se decidiria en batalla la contienda con sus enemigos. Preguntándole César si acerca del éxito veia alguna buena señal de las víctimas: «lú, le dijo, podrás responderte mejor por tí mismo, porque los Dioses significan una gran mudanza y trastorno del estado actual en el contrario: por tanto, si a ti te parece que ahora te va bien, debes esperar peor fortuna; y mejor, si entiendes que te va mal.» A la media noche de la que precedió á la batalla, cuando recorria las guardías se vió una antorcha de fuego celeste, que siendo brillante y luminosa mientras estuvo sobre el campo de