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Plutarco.—Las vidas paralelas.

experimentado en las cosas de la guerra, que estaba alentando a los que mandaba, y exhortándolos á portarse con valor. Saludóle por su nombre: «Y ¿qué podemos esperar, le dijo, Cayo Crasinio? ¿Cómo estamos de conflanza?»» Y Crasinio, alargando la diestra y levantando la voz: «Venceremos gloriosamente, oh César, le respondió; porque hoy, ó vivo ó muerto me has de dar elogios.» Y al decir estas paJabras acomete el primero á carrera á los enemigos, llevándose tras si á los suyos, que eran ciento y veinte hombres. Rompe por entre los primeros, y penetrando con violencia y con mortandad bastante adelante, es traspasado con una espada, que hiriéndole en la boca, pasó la punta hasta salir por el colodrillo.

Cuando de este modo chocaban y combatian en el centro los infantes, movió arrebatadamente del ala izquierda la caballeria de Pompeyo, alargando su formacion para envolver la derecha de los enemigos; pero antes de que llegue salen las cohortes de César, y no usan, segun costumbre, de las armas arrojadizas, ni hieren de cerca á los onemigos en los muslos y en las piernas, sino que asestan sus golpes á la cara, y en ella los ofenden, amaestrados por César para que así lo ejecutasen, por esperar que unos hombres que no estaban hechos á guerras ni á heridas, jóvenes por otra parte y preciados de su hermosura y belleza, evitarian sobre todo esta clase de heridas, no tolerando el peligro en el momento presente, y temiendo la vergüenza que habian de pasar despues, como efectivamente sucedió; porque no pudieron sufrir las lanzas dirigidas al rostro, ni tuvieron valor para ver el hierro delante de los ojos, sino que ó volvieron ó se taparon la cara para ponerla fuera de riesgo. Finalmente, asustados por este medio dieron á huir, echándolo todo á perder vergonzosamente; porque los que vencieron á éstos envolvieron la infantería, y la destrozaron cayendo por la espalda. Pompeyo cuando desde la otra ala vió que los de caballería se