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Plutarco.—Las vidas paralelas.

que á los bárbaros que se habian rebelado se les atrajese con blandura, aplicando remedio á los principios de aquel trastorno; pero Alejandro, pensando de un modo enteramente opuesto, se decidió á adquirir la seguridad y la salud con la osadía y la entereza; pues que si se viese que decaia de ánimo en lo más mínimo, todos vendrían å cargar sobre él. Por tanto, á las rebeliones y guerras de los bárbaros les puso prontamente término, corriendo con su ejército hasta el Istro; y en una gran batalla venció á Sirmo, rey de los Tribalios. Como bubiose sabido que se habian sublevado los Tebanos, y que estaban de acuerdo con los Atenienses, queriendo acreditarse de hombre, al punto marchó con sus fuerzas por las Termópilas, diciendo que pues Demóstenes le habia llamado niño miéntras estuvo entre los llirios y Tribalios, y muchacho despues en Tesalia, queria hacerle ver ante los muros de Atenas que ya era hombre. Situado, pues, delante de Tebas, dándoles tiempo para arrepentirse de lo pasado, reclamó á Fénix y Prolites, y mandó echar pregon ofreciendo impunidad á los que mudaran de propósito; pero reclamando de él á su vez los Tebanos á Filotas y Antipatro, y echando el pregon de que los que quisieran la libertad de la Grecia se unieran con ellos, dispuso sus Macedonios á la guerra. Pelearon los Tebanos con un valor y un arrojo superiores á sus fuerzas, pues venian á ser uno para muchos enemigos; pero habiendo desamparado la ciudadela llamada Cadmea las tropas macedonias que la guarnecian, cayeron sobre ellos por la espalda, y envueltos perecieron los más en este último punto de la batalla. Tomó la ciudad, la entregó al saqueo y la asoló: principalmente por esperar que asombrados é intimidados los Griegos con semejante calamidad, no volvieran á rebullirse; pero tambien quiso dar á entender que en esto se habia prestado á las quejas de los aliados: porque los Focenses y Plateenses acusaban á los Tebanos. Hizo, pues, salir á los sacerdotes, á todos los