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CAYO JULIO CÉSAR.

ántes lo tuvo á cenar Marco Lépido, y estando escribiendo unas carlas, como lo tenía de costumbre, recayó la conversacion sobre cuál era la mejor muerte; y César, anticipándose á todos, dijo: «La no esperada.»» Acostado despues con su mujer, segun solia, repentinamente se abrieron todas las puertas y ventanas de su cuarto; y turbado con el ruido y la luz, porque hacía luna clara, observó que Calpurnia dormia profundamente, pero que entre sueños prorumpia en voces mal pronunciadas y en sollozos no articulados; y era que le lloraba, teniéndole muerto en su regazo. Otros dicen que no era osta la vision que tuvo la mujer de César, sino que estando incorporada con su casa una torre, que segun refiere Lidio se le habia decretado por el Senado para su mayor decoro y majestad, la vió entre sueños destruida; sobre lo que se acongojó y lloró.

Cuando fué de dia, rogó á César que si habia arbitrio no fuera al Senado, sino que lo dilatara para otro dia; y si tenía en poco sus sueños, por sacrificios y otros medios de adivinacion examinara qué podria ser lo que conviniese. Entró tambien César, á lo que parece, en alguna sospecha y recelo, por cuanto no habiendo visto ántes en •Calpurnia señal ninguna de supersticion mujeril, la advertia entonces tan alligida; y cuando los agoreros, despues de haber hecho varios sacrificios, le anunciaron que las señales no eran faustas, resolvió enviar á Antonio con la órden de que se disolviera el Senado.

En esto Decio Bruto, por sobrenombre Albino, en quien César tenía gran confianza, como que fué por él nombrado heredero en segundo lugar, pero que con el otro Bruto y con Casio tenía parte en la conjuracion, recelando no fuera que si César pasaba de aquel dia la conjuracion se descubriese, comenzó á desacreditar los pronósticos de los agoreros, y á hacer temer á César que podria dar motivo de quejas al Senado contra si, pareciendo que le miraba con escarnio: pues que si venia era por su órden; y todos es-