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Plutarco.—Las vidas paralelas.

taban dispuestos á decretar que se intitulara rey de todas las provincias fuera de Italia, y fuera de ella llevara la diadema por tierra y por mar; «y si estando ya sentados, añadió, ahora se les diera órden de retirarse, para volver cuando Calpurnia tuviese sueños más placenteros, ¿qué serta lo que dijesen los que no le miraban bien? ¿De quién de sus amigos oirian con paciencia, si queria persuadirles, que aquello no era esclavitud y tirania? Y si absolutamente era su ánimo mirar como abominable aquel dia, siempre sería lo mejor que fuera, saludara al Senado, y mandara sobrescer por entonces en el negocio.» Al terminar este discurso, tomó Bruto á César de la mano, y se lo llevó consigo. Estaban aún á corta distancia de la puerta, cuando un esclavo ajeno porfiaba por llegarse á César; mas dándose por vencido de poder penetrar por entre la turba de gentes que rodeaba á César, por fuerza se entró en la casa, y se puso en manos de Calpurnia, diciéndole que le guardase hasta que aquél volviera, porque tenia que revelarle secretos de grande importancia.

Artemidoro, natural de Gaido, maestro de lengua griega, y que por lo mismo habia contraido amistad con algunos de los compañeros de Bruto, hasta estar impuesto de lo que se tenia tramado, se le presentó trayendo escrito en un memorial lo que queria descubrir; y viendo que César al recibir los memoriales los entregaba al punto á los miaistros que tenía á su lado, llegándose muy cerca, éste le dijo á César: «Léelo tú sólo y pronto; porque en él están escritas grandes cosas que te interesan.»» Tomólo, pues, César, y no le fué posible leerlo, estorbándoselo el tropel de los que continuamente llegaban por más que lo intentó muchas veces; pero llevando y guardando siempre en la mano aquel solo memorial, entró en el Senado. Algunos dicen que fué otro el que se le entregó, y que á Arlemidoro no le fué posible acercarse, sino que por todo el tránsito fué estorbado de la muchedumbre. Todos estos