der con ellos.» El primer decreto hecho en este sentido se dice que Alejandro lo tiro luego que lo tomó en la mano, volviendo el rostro, y retirándose sin escuchar á los embajadores; pero recibió el segundo, que fué llevado por Focion, á causa de haber oido de los más ancianos de su corte que Filipo tenía de él el más alto concepto; y no sólo le dió entrada y escuchó sus súplicas, sino que recibió benignamente sus consejos, reducidos á que si apetecia el descanso diera de mano á la guerra; y si le inflamaba deseo de gloría, dejando á los Griegos, se encaminara contra los bárbaros. Díjole tambien otras muchas cosas acomodadas á su carácter y á su gusto, con las que le mudó y ablando de manera que llegó a decir, seria conveniente que los Atenienses se aplicaran á seguir el curso de los negocios, porque si le sucedia algo, á ellos les correspondia el mando; y contrayendo particularmente con Fo cion amistad y hospedaje, le tuvo en una estimacion á la que llegaron muy pocos de los que tenía siempre á su lado.
Duris refiere que luego que llegó á denominarse grande, y venció á Dario, quitó de las cartas la salutacion ordinaria, excepto en las que escribia á Focion; pues con éste sólo la usaba como con Antipatro, y esto mismo escribió tambien Cares.
Por lo que hace á presentes, es bien sabido que le envió de regalo cien talentos. Llegados que fueron á Atenas, preguntó Focion á los que los conducian por qué siendo tantos los Atenienses á él solo le hacía Alejandro aquella expresion; y respondiéndole aquellos: «Porque á tí sólo te juzga hombre recto y bueno.—¿Pues por qué no me deja, repuso Focion, serlo y parecerlo siempre?» Siguiéronle, sin embargo, á su casa, en la que no vieron más que una maravillosa sencillez; que la mujer aderezaba la comida, y que el mismo Focion, sacando por su propia mano agua del pozo, se lavaba los piés; con lo cual instaron todavía más, manifestando disgusto, y diciéndole ser cosa muy reparable que